El Montaña no suele ser gratuitamente agresivo,
no obstante es implacable con el intruso que entra en su territorio,
ya sea animal o persona, y no duda, a diferencia de la mayoría
de perros, en atacar de frente al intruso, sin ningún tipo
de contemplaciones y adiestramiento previo.
A pesar, sin embargo, de este comportamiento instintivo, que denota
sus antiguas luchas con osos y lobos en su originario hábitat,
es un animal extraordinariamente observador, sensible y con una
asombrosa memoria, que le permite intuir las situaciones y los individuos
peligrosos. En el caso que un extraño entre en el territorio
con el amo, su actitud agresiva desaparece inmediatamente con aquel,
aunque esto no es óbice para que el Montaña se muestre
especialmente afectuoso con él, ya que el gigante blanco
no busca las caricias gratuitas, salvo que éstas sean las
del jefe de la familia humano-canina.
Cregüeña
Foto Binimeler
Durante los paseos el Montaña se deja acariciar y tocar
por todo el mundo, aunque se muestra indiferente, mientras tenga
puntualmente la caricia del patrono.
El Montaña es un perro independiente y mantiene una relación
totalmente diferente con los miembros de la familia. El Montaña
se siente protector, e incluso niñera, de todos los miembros
de la familia, con excepción del líder de la familia.
Presenta una especial sensibilidad para detectar la debilidad de
cada uno de los miembros y, en función de ella, proteger
más, a mayor debilidad o indefensión física.
Cualquier situación que ponga en peligro la integridad física
de algún miembro de la familia es contestada inmediatamente
por el Montaña.
La relación con el líder humano se rige y funciona
por parámetros radicalmente diferentes. Es con el único
que se somete marcialmente ante una orden imperativa, y es con el
único que en algún momento puntual muestra debilidad
o miedo ante una situación desconocida.
De todas formas, la persona de la familia que se erige en líder,
tiene que mostrar una actitud y consecuentemente un comportamiento
especial, dadas las características peculiares de los Montañas,
tanto psíquicas como físicas, especialmente por sus
60 Kg y sus altas dosis de independencia, que no obstante, no se
tiene que confundir con falta de sociabilidad, propia por ejemplo
de los perros nórdicos. El líder humano se tiene que
imponer al Montaña desde pequeño, aunque ésta
no tiene que producirse por medio de castigos indiscriminados, sin
ninguna contingencia, con una conducta incorrecta. El Castigo
físico al Montaña no es recomendable, dadas sus
dimensiones ya que, en la mayoría de los casos salimos malparados,
además de poder crear un montaña inseguro o agresivo.
Cregüeña y Aixa
Foto Binimeler
Tenemos que perfilar el comportamiento del Montaña, básicamente
con premios o refuerzos positivos a la conducta correcta, para aumentar
su frecuencia y su asimilación a su comportamiento habitual;
y con ausencia de éstos(o con algo que irrita enormemente
al Montaña como es la indiferencia o ignorancia),
cuando su conducta no es la deseable, para reducirla a una frecuencia
cero. Estar especialmente atentos, en los primeros meses
de convivencia con el Montaña, a su educación, nos
evitará problemas de difícil solución cuando
sea adulto.
La Empatía es otra característica de los Montañas,
tienen una especial sensibilidad para captar los estados de ánimo
de los propietarios. Detectan y les afectan los enfados y las alegrías
de la familia humana con excepcional facilidad. Esta facultad del
Montaña refleja un gran apego de la familia,
y una consecuencia a tener en cuenta para las personas que adquieran
un Montaña, como es el hecho que los montañas soportan
difícilmente el cambio de propietario, dada su plena identificación
con los primeros que lo hayan adquirido.
A pesar de que los Montañas son perros con algunas reacciones
primitivas instauradas en su Genotipo durante siglos, los
Montañas como la mayoría de perros son lo que nosotros
queramos que sean, aunque con ellos, por sus especiales características,
tenemos que ser especialmente cautos.
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